Para muchos, una de las más colosales batallas del mundo es la que se desata al comenzar el día. Los ganadores son siempre aquellos que se toman la suerte que les tocó como una cuestión personal.
No es raro ver que los que no han dejado de aprovechar todo lo que han tenido, hayan conseguido en algún momento dar vuelta el orden de las cosas, siendo ellos los que finalmente terminaron haciendo sufrir a los golpes que la vida les dio una extraordinaria metamorfosis.
Nunca dejarán de asombrarse por el hecho de que cada pieza de su nueva persona responda todavía, pero con firmeza, a la sólida contabilidad en la que abreva su carácter.
Extraño juego, este de la vida; al final parece que no solo consistiera en elegir qué instantes prolongar, sino fundamentalmente en identificar cuál es la materia de los propios síntomas, dado que es la única materia de transformación a la que le resulta irresistible ponerse de nuestro lado.
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