EL FIN DEL REPOSO

El despliegue de todo movimiento humano se subsume a su fuerza disruptiva.

Pocas cosas refuerzan tanto la incómoda vehemencia de la tensión vital como el
desconocimiento del deseo y los gritos de la existencia. Una de las pujas que operan en el
inconsciente –procurando extinguir la incomodidad inherente a toda excitación con la sola
meta del atenuante, es una fuerza constante que responde permanentemente a la inquietud
de estar vivos. Esa fuerza busca caminos directos e indirectos para lograr la satisfacción
implicada en ese objetivo, siendo de los indirectos que depende el deseo, que siempre será, el
modo más bello de errar la muerte.

Pero, la existencia no se agota en el deseo…

Solo un ser habitado por el lenguaje se plantea la pregunta por su existencia y aunque ella
responda siempre con su tono inefable, sabe imponer una alianza con el movimiento, en tanto
es y será siempre, algo en perpetua ejecución.

Dadas así las cosas, abolir la interpelación de la existencia es…parar, detenerse, mientras el
tiempo pasa y pasa como un espejo embrujado, maldito de vejez.

Desde este punto de vista, sentirse viejo, es el síntoma de quienes no se dejan romper.

Silvia Cossio Alexandre – Psicoanalista

ASCO

ASCO ¿Qué es lo que se espanta en lo profundo...

Leer más

ENVIDIA

ENVIDIA ¿Dónde ha quedado atrapado aquel, que día tras día...

Leer más